Mi experiencia profesional en su mayoría se ha dado en el extranjero, por ello les puedo contar lo que es para un arquitecto trabajar en otro país.
Una vez egresada de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Modelo y terminado el máster en energías renovables de la UNIA, Huelva España, en el 2013 emigré a los Estados Unidos de Norteamérica. Antes de decidir moverme a otro país, hice una investigación previa de cómo trabajar, como extranjero, en un despacho de arquitectura en mi país de destino.
Muchos no lo saben, pero un despacho de arquitectura puede patrocinarte y darte una visa para trabajar legalmente en ese país.
No era la primera vez que visitaba Estados Unidos. Mis padres viven en la ciudad de Los Ángeles California hace ya aproximadamente 20 años y los visitaba cada verano y navidad. Ellos son la razón por la que emigré junto con mi novio y ahora esposo, Kevin Gutiérrez.
Tenía una idea de lo que era vivir en Estados Unidos y sinceramente tardé un poco más en decidirme porque sabía que era un viaje sin retorno. Pero para mí, era muy importante estar cerca de mi familia.
Buscar trabajo en un despacho de arquitectura no fue una tarea fácil. Mi esposo y yo tuvimos que trabajar en muchas otras cosas antes de poder desempeñarnos en nuestra profesión.
Envié infinidad de solicitudes por internet, otras las entregaba en persona. Tuve algunas entrevistas, pero durante una de ellas, me di cuenta de que las cosas eran completamente diferentes y que no tenía el conocimiento. Investigando, entendí que lo primero que tenía que hacer era un internship como todos los egresados de la carrera, que es parecido a las prácticas profesionales que tenemos en México, sin remuneración, pero así es como aprendería todo lo necesario.
Uno de los primeros lugares en los que trabajé fue una oficina que ofrecía “Planos para México”, “Construye tu casa en México”. Pensé que para eso sí tenía el conocimiento, así que apliqué y me quedé. Sin embargo, con el tiempo, me sentía inconforme por cómo se manejaban las cosas en aquella oficina. Siempre me preguntaba: ¿dónde está la entrevista al cliente para conocer sus necesidades?, ¿por qué le llama planos para México? Los arquitectos hacemos proyectos, no solamente planos, ¿cómo podemos hacer un proyecto sin visitar el terreno? Miles de preguntas se cruzaban por mi cabeza.
Me siento muy orgullosa de la formación que obtuve en la universidad, tuve maestros excelentes. El arquitecto del despacho me escuchaba y pudimos formar un buen equipo. Luego comenzaron a llegar clientes que necesitaban remodelaciones de sus casas aquí, en Los Ángeles, fue entonces cuando comencé a aprender los procesos administrativos, cómo sacar un permiso, las medidas y materiales que se usaban. El arquitecto me hacía responsable de todos esos proyectos, porque él hablaba muy poco o casi nada de inglés. Cabe mencionar que esto fue a los pocos meses de haber llegado al país y tampoco hablaba un inglés fluido, pero podía darme a entender.
Tiempo después, gracias a la semana de arquitectura de la Universidad Modelo, conocí al arquitecto mexicano José González (JAGAR Architects), quien se graduó en Texas y trabajó con Frank Gehry. Mediante redes sociales supe que un arquitecto de Los Ángeles ofreció una conferencia en ese evento. Lo contacté, apliqué para un internship y me dió la oportunidad.
Después del internship trabajé dos meses más y regresé a mi primer empleo. Tenía más interés en tener contacto directo con el cliente, con el Ayuntamiento, con los ingenieros, etc. Después trabajé en KY Engineering, porque quería aprender un poco más del sistema estructural ya que los arquitectos no manejan este conocimiento, generalmente se encargan específicamente solo del diseño y los ingenieros solo de la estructura. Además, en los permisos del Ayuntamiento es así como lo piden. Pero mi formación en México había sido integral y quería aprender de la misma manera.
En este punto de mi vida, ya había prestado mis servicios con diferentes personas por pequeñas remuneraciones o nada y el dinero no era lo que me movía en aquel momento, lo importante para mí era aprender. Gracias al apoyo de mi esposo no tuve que preocuparme tanto por eso, pero después de un tiempo empezó a causar efecto el hecho de no generar ingresos, además que ganaba mucho menos del salario mínimo. Todo esto fue un detonador para empezar a tomar proyectos por mi cuenta.
Por lo menos ya tenía una idea global de cómo se hacían las cosas.
Gracias a la primera oficina en la que laboré, ya sabía cómo buscar clientes y en el tiempo que trabajé con los ingenieros conocí gente y como los ingenieros no hacen arquitectura, me enviaron clientes. Pero nada de esto fue fácil. Cuando decidí comenzar tenía un proyecto cada 6 meses y, por supuesto, monetariamente no era lo ideal.
De nuevo comencé a buscar un trabajo que ofreciera un buen sueldo. Encontré al Arq. Roi Lapeyre (Imaginario Studio) en la ciudad de Long Beach, cerca de mi ciudad. La paga era buena y le sorprendió que ya tenía experiencia con el Ayuntamiento.
Con él aprendí mucho más. Por ser su única dibujante hacía de todo un poco. Al mismo tiempo los fines de semana me organizaba para hacer mis propios diseños y podía consultar cualquier duda respecto a estos. Eventualmente dejó de requerir mis servicios y me dediqué de lleno a mis proyectos. La relación se mantuvo y hasta hoy sigo colaborando en algunos de los trabajos de su estudio.
No ha sido un camino fácil. Miles de veces me arrepentí de dejar mi ciudad, dejar la arquitectura que conozco, mis amigos, mi cultura, mi idioma. A los dos meses ya quería regresar, pero mi esposo me animaba a continuar, me costó mucho adoptar una arquitectura diferente. La forma de los techos no me agradaba, no poder expresarme como quería con otro idioma fue muy frustrante, tuve que forzarme a re-aprender.
El inmueble es original de los años 50, con un estilo Craftsman muy popular de la zona. La intención era renovarlo con una mezcla entre su estilo original y el contemporáneo.
Consta de 2 plantas, el primer nivel es la casa principal con techos de doble altura y la mitad del segundo nivel es una pequeña casa de invitados.
Las dos unidades cuentan con una de las mejores vistas de la ciudad, el famoso letrero de Hollywood.
Todos los años de información y conocimiento adquiridos, no me servían, pero la base y el trasfondo de lo que es la profesión fue en lo que me apoyé. Eso me ayudó a aprender más rápido. Desafortunadamente (o afortunadamente) ningún despacho pudo ayudarme con una visa de trabajo. Pero eso me ayudó a buscar un camino alternativo, del que no tenía idea que existía y que no venía buscando. Las cosas fueron fluyendo. Pienso que la vida muchas veces te supera, puedes tener unos planes y resulta otra cosa completamente, como la arquitectura: muchas veces re-ajustamos en el sitio y las cosas resultan mejor de lo que hemos planeado.
Con el tiempo, me di cuenta que en este país se apoya mucho a los pequeños negocios, hay una cultura general de consumir local. Y el diseño está muy democratizado, no necesitas tener las relaciones públicas de primera para ser contratado como arquitecto, como suele pasar en México. Esto es algo que entre diseñadores mexicanos hemos platicado, en nuestro país es necesario generar relaciones, tener conocidos importantes, para tener proyectos importantes. En Estados Unidos no es así. Cualquiera tiene la oportunidad de ser contratado, lógicamente si tienes muchos conocidos, tienes más opciones. En mi caso, llegué sin conocer a nadie y poco a poco he construido mi cartera de clientes. Muchas veces me han recomendado sin conocerme. Creo que una de las razones es que hay 2 millones de oportunidades más que en Mérida, porque hay 2 millones más de personas.
En la actualidad el despacho de arquitectura Blue Velvet Studio cuenta con 4 años establecido, anteriormente le había dado otro nombre y cuando Kevin Gutiérrez, mi esposo, se incorporó lo bautizamos con este. La oficina se encuentra localizada en la ciudad de Bellflower, en donde nosotros vivimos, y hemos recibido mucho apoyo de la comunidad y de la misma ciudad, algunos de nuestros clientes han llegado porque quieren trabajar con alguien de su misma ciudad.
Las ciudades aquí son como las colonias en México. No existen las colonias, son ciudades pequeñas, una comparación, sería decir que vivimos en la colonia de Bellflower, cuando recién llegamos esto era algo que me confundía, porque cruzas una calle y estas en otra ciudad, entonces me preguntaba porque no son colonias, así como en Mérida? ¿Y porque se supone que estamos en Los Ángeles también?, pero ahora entiendo que tienen que llamarse ciudades porque realmente están conformadas como tal, tenemos nuestra estación de bomberos, nuestro propio Ayuntamiento, nuestra revista, nuestro Hospital, etc., pero pertenecemos al condado de Los Ángeles.
En el 2018 recibimos un premio por parte de la ciudad de Bellflower como mejor negocio emergente. También la revista Voyage LA compartió una historia para apoyar al negocio, cuando en ese año estaba ubicada en la ciudad de Long Beach. Todo esto sin conocerlos, sin solicitarlo y por supuesto fue de una gran ayuda como marketing, porque la gente, comienza a identificarnos, a conocernos. Esto ha sido la parte más bonita de crear un negocio, ver el soporte de varias organizaciones y de las personas, sin ningún fin, más que el de ayudar.
En la actualidad, en el despacho, hacemos consultoría, diseño, permisos, diseño interior y construcción, mi esposo se incorporó de lleno al estudio hace 3 años y es él quien realiza la visualización arquitectónica. Ya que le gusta mucho todo lo relacionado con las computadoras y los videojuegos, ha procurado capacitarse en temas como visualización y animación digital. De paso también ensambló unas computadoras para nuestra oficina y él se encarga de todo lo que tenga que ver con la tecnología, la mensajería, diligencia, edición, fotografía y demás. Yo soy la diseñadora, administradora, secretaria y contadora, entre otras cosas. Por temporadas contratamos uno o dos dibujantes, para que nos ayuden, pero generalmente somos nosotros dos.
Tenemos todo tipo de proyectos, desde remodelaciones interiores hasta nuevas construcciones de casa-habitación, supermercados y pequeños negocios. Tratamos de diseñar absolutamente todo. Nos involucramos personalmente con el cliente, escuchamos sus necesidades y los apoyamos en todo lo que podemos. Hemos diseñado hasta logotipos para los negocios que remodelamos. Siempre buscamos diseños que nos ofrezcan un reto. Igualmente hemos ido a la corte para defender los proyectos, que el Ayuntamiento a veces quiere demoler.
Hemos tenido que aprender el proceso legal de los proyectos, para ayudar a los clientes, muchas veces la gente no sabe que necesita un permiso para mover una pared o hacer una adición o remodelación y lo hacen, o muchas veces compran las propiedades con varias ilegalidades.
Al principio fue complicado entender todos los requisitos, los términos, los permisos, el tener que justificar todo en otro idioma ante un juez, pero ahora forman parte de nuestro día a día.
Ahora uno de los nuevos enfoques es aprender cómo administrar el negocio, en términos legales, de contaduría, licencias, nóminas de sueldo, impuestos, etc. Conforme el estudio crece, nuestras tareas aumentan.
Eventualmente empezaremos a delegar, pero pienso que, es importante tener una idea general de cómo funciona todo.
También estamos comenzando poco a poco a entrar en la construcción, algo que nos hace muy felices porque ahora tenemos la oportunidad de hacer las cosas a nuestra manera, como nosotros creemos que debe ser la arquitectura, como por ejemplo poner como prioridad las características únicas del terreno, la orientación, el contexto y todas las cosas que hacen que la arquitectura sea única, también nos gustaría incorporar las energías renovables a todos nuestros proyectos. La paleta de colores es muy grande en esta profesión, pero paciencia y energía es otra cosa que tenemos que aprender a administrar.
Como reflexión en mi corto andar en esta gran profesión que es la arquitectura, puedo decir que un arquitecto siempre tiene que estar “inconforme”, que, en esta labor, todo el tiempo tenemos que salir de nuestra zona de confort.
La inconformidad es lo único que nos va a mover hacia adelante y hacer que generemos un cambio y mejoramiento en las cosas, no importa que tan pequeña o tan grande sea la aportación, siempre debemos buscar que se optimice, ya sean las situaciones o los espacios. Y pienso que esto también aplica en todos los ámbitos de nuestra vida. Pero creo que en nuestra profesión es imperativo. Como dice Daniel Libezkind “La arquitectura es la única profesión en la cual tienes que ser optimista, puedes ser un músico o un pintor pesimista o deprimido, pero no puedes ser un arquitecto pesimista. La arquitectura es ese éxtasis pleno de que el futuro puede ser mejor.” Y creo firmemente que así es, creo que los que elegimos estudiar esta carrera es porque dentro de nosotros existe ese optimismo implacable.