Las ciudades son el laboratorio más complejo que pueda existir, en donde no solo las variables van cambiando a lo largo del día, de la semana, de los meses y años, sino que además hay una gran diversidad de intereses sobre el suelo urbano, algunos claramente identificables y otros totalmente desconocidos o imprevisibles.
Vivir en una era en donde el cambio es la única certeza, y que después de la pandemia nos dejó claro que las cosas no solo cambian, sino que cambian a una velocidad nunca vista, nos obliga a mirar a la ciudad con otros ojos. Y sobre todo a tomar acción sobre el futuro de nuestras ciudades.
Si bien el futuro es un experimento, una apuesta, una hipótesis de lo que pensamos o queremos para nuestra ciudad, y que precisamente se intenta materializar o aterrizar en los instrumentos de planeación y regulación urbana, no hay nada seguro sobre los efectos o consecuencias de lo que los mismos instrumentos son generadores, a menos de que haya un análisis crítico evolutivo sobre el fenómeno urbano y una visión estratégica de hacia dónde vamos y cómo vamos midiendo a lo largo del tiempo el cumplimiento de los objetivos y metas claves.
Este espacio de reflexión que nació en enero de 2016 con una columna fija de tres veces por semana titulada “Pensando con la Ciudad” en periodo local impreso Por Esto!, que se mantuvo hasta enero de 2020 y en tiempos de pandemia migró a plataformas digitales como EstamosAquí.mx y México Social, me permitió desarrollar un ejercicio sistemático para observar lo que sucede en la ciudad y conectarlo con los diferentes elementos que le dan vida y razón de ser en nuestras vidas cotidianas.
Bajo esta óptica nos encontramos ante tres desafíos prioritarios para nuestras ciudades. Primero que nada, aprender a desaprender las formas en las que abordamos las problemáticas urbanas. Es decir, los conflictos urbanos en donde florece el malestar ciudadano por alguna decisión de la autoridad o por los impactos poco estudiados o imprevistos de algún proyecto inmobiliario, se convierten en el tema central de análisis y discusión para abordarlos desde diferentes aristas.
Una de estas aristas es la dimensión jurídica que le da vida a los usos del suelo de la ciudad y como consecuencia, a todo lo que cobija a las actividades humanas. Por tanto, la visión jurídica de la ciudad, estando precisamente en un Estado de Derecho, debería contextualizarse en el “Derecho a la Ciudad” y desde este enfoque, es que el conflicto urbano se convierte en el eje de estudio para observar a la ciudad desde la óptica del ciudadano, del habitante.
La otra arista es la que se construye a lo largo del tiempo y a partir de las experiencias y la percepción de la población. Lo cual se debe de ir documentando porque de esta manera es como se puede ir comprendiendo el proceso evolutivo alguna problemática menor que hoy en día derivó en un conflicto urbano, es decir, aquello que parecía un hecho aislado, escaló su importancia a lo largo del tiempo y hoy en día su magnitud e impacto, es observable y genera preocupación y malestar en la población.
El segundo desafío se relaciona con reconocer estos conflictos urbanos con una visión crítica del pasado, para poder repensar hacia dónde vamos cómo ciudad, pero más allá de lo urbano, habría que reflexionar sobre la “habitabilidad” de la ciudad. Y también sobre cómo operacionalizar los 10 principios de la política pública establecidos en el artículo 4 de la Ley General de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano (2016), en donde precisamente el primer principio es el Derecho a la Ciudad.
El tercer desafío tiene que ver con la comunicación y la difusión de las ideas y pensares en torno a lo urbano y a la forma en que habitamos nuestras ciudades. Toda vez que cualquier habitante de la ciudad es el experto con relación a su entorno urbano y la forma en que la estructura de éste le facilita o le complica su vida cotidiana. Entonces lo que habría que hacer es establecer estos vínculos entre los especialistas de las temáticas y los procesos, con los especialistas del uso y aprovechamiento de los espacios de la ciudad. De tal manera que la construcción de las ciudades del futuro, requiere de una construcción colectiva de la visión de futuro que se necesita, con base a una reflexión crítica del proceso evolutivo que las decisiones sobre el territorio han generado.
En virtud de lo anterior, el concepto y el blog Ciudades Futuras nace en 2022. Después de dos años atípicos, pensar en el futuro puede ser lo más rentable que hagamos en el presente. Pero la reflexión sobre el pasado de nuestras ciudades es vital para establecer un análisis crítico sobre las decisiones que se han tomado y sus efectos. Y como consecuencia, diseñar las estrategias para el futuro.
De esta manera, este blog contiene material del pasado que debe ser puesto sobre una gran mesa de reflexión para construir historias en torno a cuáles serían los resultados ahora, si hubiéramos hecho algo diferente o actuado a tiempo. El futuro de nuestras ciudades no nos va a perdonar los clásicos: “Nunca no vi venir” o “Nunca me imaginé que eso iba a suceder”.